Hepatotoxicidad

Cuidar tú salud, curar y/ó aliviar enfermedades con aceites esenciales es una buena opción aún la mejor a veces pero sabías que...

Existen aceites esenciales más o menos altamente hepatotóxicos por su composición química, como por ejemplo el mentofurano contenido en el aceite de Palo Santo que ataca tanto el higado como los riñones y más aún el anetol contenido en el anís estrellado y su E isómero o incluso transanetol, que se consideran hepatotóxicos en caso de dosis altas o dosis repetidas.

Para el anetol, este último se transforma con el tiempo dando vida a un derivado epoxi altamente tóxico que interactúa a partir de 30mg/kg para producir necrosis y proliferación tisular. La dosis aceptable es de 2 mg/kg al día (+/- 1gota)

También encontraremos aceites de albahaca tropicalis y estragón que contienen etragol, cuyo usuario debe ser muy cuidadoso por su potencial cancerígeno.

Timol (del tomillo) y carvacrol (del orégano) por los que se habían planteado dudas, los estudios han demostrado que el hígado tolera y elimina estas sustancias correctamente e incluso un efecto hepatoprotector para el carvacrol.

Aceites con compuestos fenólicos, aún se deben tomar precauciones debido a la falta de datos científicos de sus potencialidades efectos hepatotoxicos a pesar del discurso popular sobre el tema y el conocimiento de algunas de sus virtudes hepatoprotectoras.

Como medida de precaución, siempre recomiendo su uso asociado a un aceite hepatoprotector como el cilantro, la cidra o el limón por ejemplo, aunque el cilantro juega mucho mejor este papel que la cidra o el limón por su efecto gastroprotector.

Al final, diluye siempre estos aceites esenciales entre un 8 y un 10 % y sigue un tratamiento que no supere los 6 días consecutivos. Y busque siempre el consejo de un especialista para el tratamiento a largo plazo.